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Una democracia comprada, niega esperanzas al pueblo
El problema con el gobierno del estado actual y lo que nos debe llevar a todos los yucatecos bien nacidos a rechazarlo, no es quien lo detenta, ni su extracción partidista, tampoco se trata de una cuestión ideológica, ni mucho menos es un asunto de antipatías personales.
Tampoco tiene que ver el proverbial mal gusto que caracteriza y define a esta administración, que se esfuerza por verse autóctona y amante de sus tradiciones, pero que solo consigue verse de lo más vulgar, ni resulta óbice la elección de su delfín y sucesor, que solamente unos cuantos despistados no alcanzan a entender fue desde un inicio el elegido y la otra pobre que se dice entró a competir, fue tan solo jugada de engaño.
Lo que nos debe llevar a rechazar esta administración, es el proyecto transexenal de poder que se está gestando y que pretende instaurar en nuestras tierras una dictadura dinástica, sin las ventajas de la monarquía y que ha exhibido repetidamente un marcado desprecio por la opinión pública y una empecinada soberbia, que obvio es que jamás podrá reportar buenos resultados.
Así, esta administración se ha obstinado en dilapidar el dinero, en realizar conciertos de alcance mundial para beneficiar los bolsillos de unos cuantos, en mantener funcionando un hospital ya rebasado en su capacidad e inadecuado como el O Horán, en vez de aprovechar la infraestructura especializada, en desperdiciar recursos organizando megajaranas, en intentar dictar cátedra en el mundo de la moda y en hacer sentir a su titular, que ha emulado a María la del Barrio y que se lleva a cuartitos con los artistas de moda (pensé utilizar la locución vernácula acostumbrada para señalar el mayor grado de confianza, pero es francamente procaz).
Resumiendo: el actual es un gobierno altamente inepto, ineficiente y corrupto, que reúne todos los ingredientes para ser motivo de vergüenza por los siglos de los siglos, para nuestra entidad.
Pero lo peor para todos nosotros, es que quien pretende suceder a la responsable del desastre que padecemos, es el arquitecto que edificó e ideó todas estas calamidades. Así que para procurar vacunar a todo aquel que lea estas líneas contra la tentación de concederle el beneficio de la duda y creerlo inocente como una paloma, quisiera invitar al lector a discurrir lo siguiente: Rolando Zapata Bello, es un beneficiario de la corriente más rapaz que ha existido en la política yucateca: el cerverismo. Hay que aceptar que no eligió incorporarse a sus filas, sino que fue incluido merced al padrinazgo (de bautizo) al que el extinto cacique accedio.
Rolando pese a su relativa juventud (al menos para la política) ha sido ya Subdelegado del ISSSTE, Oficial Mayor, diputado local, presidente del PRI, secretario de gobierno y diputado federal y cabe preguntarse que ha hecho de bueno, que ha podido concebir o implementar a favor de Yucatán y de sus habitantes en todo ese tiempo.
Ha sido siempre un político gris, acomodaticio, que nunca se compromete, ni mucho menos se arriesga por sus ideales. Lo anterior, independientemente de que la administración en turno que ha dispuesto de recursos federales históricos, no ha realizado obra pública acorde a la magnitud de estos, ni jamás nos hemos enterado que Rolando haya impulsado algo (ni siquiera eso en una administración como la actual, que se pinta sola para producir proyectos a tutiplén, aunque nunca cristalicen).
Como diputado federal Rolando ha seguido la misma tónica: su productividad legislativa es nula, lo mismo que sus intervenciones en tribuna, no ha gestionado ni promovido nada para beneficio de Yucatán. Se ha conformado con seguir la línea asistencialista del priismo repartiendo computadoras, con evidentes propósitos electoreros, con recursos cuyo origen resultaría francamente interesante conocer.
Concluyendo: no es posible apoyar un proyecto que representa la continuidad de la ineptitud, de la ineficiencia, de la opacidad y los malos manejos del régimen en turno, que al llevar a la titularidad del ejecutivo a su artífice, sin duda se magnificarán. Razonemos y neguemos en consecuencia el voto de confianza que Rolando solicita y que solo implica la consecusión de la patente de corso para que sobreviva un régimen cerrado, represor y corrupto. Hagámoslo por nuestros hijos y por beneficio propio, Yucatán es sin duda digno de mejor suerte.
Dios, Patria y Libertad
Guillermo de Jesús Barrera Fernández