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La dualidad del bien y del mal es constante a lo largo de toda la vida. Algunas veces se manifiesta el bien -los momentos de amor de paz y felicidad- y en otros se manifiesta el mal -la guerra. Cuando predomina el bien, la creatividad florece y las relaciones entre los seres humanos son armónicas. Una imagen del predominio del bien lo encontramos en todas las escrituras de todas las tradiciones conocidas y se describe como el paraíso. Cuando el mal crece, reinan los vicios y los sentimientos adversos -odio, envidia y miedo. Cuando predomina el mal el ambiente se describe como el infierno. Esta dualidad ha acompañado la vida desde siempre.
La lucha entre el bien y el mal ha sido y siempre será la batalla eterna que los seres humanos enfrentan al nacer. Para que el bien prevalezca sobre el mal se necesita la intención consciente, poner atención a nuestros pensamientos y palabras, a nuestros actos de amabilidad y de amor. Los seres humanos tenemos la tarea de buscar el bien por más que éste se nos oculte. El lugar para empezar es nuestro interior. Si nuestro corazón está limpio, entonces seremos capaces de hacer algo por el bien de la humanidad y del mundo. En esta circunstancia histórica, de modernidad, de avance tecnológico, de "civilización", ¿en donde se encuentran el bien, la paz y la felicidad? ¿Los podemos encontrar con facilidad para nosotros mismos? ¿Podemos ver nuestro interior?
Los seres humanos padecemos una especie de olvido o ceguera crónica. De tiempo en tiempo el mal se apodera de la escena y el sufrimiento crece. Otras veces florecemos y somos capaces de grandes obras, de mantener la paz y la armonía. Si los seres humanos vivimos en esta constante polaridad, lo mismo le sucede a la humanidad en su conjunto: tenemos épocas de esplendor y de florecimiento y épocas de destrucción en las que la vida se deteriora, se obscurece y surge la incapacidad de percibir las verdades profundas de la existencia que se "ocultan" a nuestros sentidos. Aun en los momentos mas obscuros no debemos perder la esperanza, porque, después de la obscuridad siempre llega la luz.
Epifanía es una palabra que viene del griego, que significa "manifestación; un fenomeno milagroso". Las epifanías son un fenómeno que se dan en muchas culturas (Wikipedia). El término se asocia generalmente con el prodigio de la manifestación del bien, de la Luz, la comprensión de la virtud, de lo que es correcto, de la moralidad, de la ética. En la tradición cristiana, el término se utiliza para describir el momento en el que la Gloria de Dios se hace presente, es decir, el momento en el que Dios, a través de su hijo, Cristo, se manifiesta a los seres humanos en la tierra. La tradición cristiana celebra varias epifanías siendo la más importante la Navidad. A pesar de que la Navidad actualmente se ha distorsionado por la mercadotecnia y el consumismo, en su esencia es símbolo de felicidad y esperanza.
El Diwali (también Divali) es una fiesta que se podría reconocer también como una epifanía, conocida como el «festival de las luces», que celebran miembros de varias religiones en India, como el hinduismo, el budismo, el sijismo y el jainismo. Actualmente se asocia con el año nuevo, y al igual que la navidad se vincula con el consumo y la mercadotecnia. Pero el simbolismo profundo y religioso de la fiesta es la necesidad del hombre de avanzar hacia la luz de la verdad, desde la ignorancia y la infelicidad. Es decir, obtener la victoria de la Luz sobre la obscuridad, de la virtud sobre los vicios.
Así podríamos hablar de infinidad de epifanías. Haciendo referencia a la historia y la tradición humana, vemos que para poder encontrar el bien, la humanidad ha necesitado de la ayuda de Dios, en diversas ocasiones en las que Él manifiesta su gloria y en las que juntos los seres humanos y Dios se dan a la tarea de establecer el bien. Viendo la condición actual del mundo y la situación de los seres humanos preguntémonos: ¿necesitamos de una nueva epifanía que sacuda el espíritu y el alma humana? La manifestación de Dios, el Ser de Luz, Conocimiento y Sabiduría infinita seguramente puede ayudarnos. Estar atentos a los mensajes que nos ha dado en el pasado o atender a lo que nos dice en el presente, es tarea de nosotros los seres humanos.