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Las oficinas de nuestro semanario están en la calle 64. En la esquina de nuestra calle, en el cruce con la calle 53, se encuentra un bar conocido desde tiempo inmemorial por El Dzalbay (antes promovido con la rima del bar "donde la botana sí hay"). Tenemos más de 31 meses desarrollando nuestras labores en este local, en esta misma calle. Al lado se encuentra la oficina de ecología y medio ambiente del gobierno de Yucatán.
Durante esos 31 meses, no ha habido una sola ocasión en que un robo o algo anormal sea reportado. Las calles fueron siempre patrulladas por los vehículos de autoridad policíaca de color azul —y no las negras. Pero ahora ambos tipos de vehículo oficiales, de quienes tienen permiso de portar armas de calibres gruesos, tienen jefaturas máximas del mismo color de partido: verde, blanco y rojo.
En la parte interior del patio trasero de nuestras oficinas, existe una escalera que allí espera con paciencia que algún día podamos solicitar a nuestro casero la construcción de la extensión al segundo piso. El mantenimiento a las unidades de aire acondicionado, lo mismo que a tinacos de agua se ha facilitado con esa escalera. Parecía muy inocente, hasta el día de hoy, viernes 13 de agosto de 2010. Y vean: se trata de un viernes 13... Curioso, ¿no?
Pues bien, esta tarde, entre las 2 y 4 de la tarde, de pronto vemos descender por nuestra escalera interior ¡a un gendarme, armado, dentro del patio interior de nuestras instalaciones! "Estoy tras la pista indicada de personas que supuestamente robaron objetos del bar El Dzalbay... Y al rato van a venir los judiciales a hacer la investigación. Muéstreme su credencial de elector... " Y así anotó los datos de un socio y colaborador nuestro.
Ayúdenos, lector, a pensar. Ayúdenos, lector, a no tomar conclusiones equivocadas. El personaje del bar supuestamente allanado nos asegura que paró una patrulla. Pero, ¿paró la patrulla exactamente porque estaba viendo que habían huído por las azoteas y en dirección a la nuestra? De hecho, pasando por las azoteas se puede ir de edificio en edificio y recorrer, así, todas las azoteas, casi como navegando por Google Maps real y no virtual. ¿Por eso el gendarme armado debería descender precisamente en nuestro patio interior?
Al asumir al poder el nuevo ayuntamiento, pronto se dieron declaraciones en el sentido de que "muchos bares presentaban irregularidades". ¿Habrán llegado a algún arreglo con nuestro vecino de la esquina? Lector, por favor, ayúdenos a encontrar el fondo del asunto. Este viernes 13 parece ser un intenso día en que extrañas fuerzas se concentran en torno a nuestra muy modesta operación. Ayúdenos a descifrar qué podría estar pasando.