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Prometer lo que no se puede cumplir, para los que somos creyentes, es incurrir en el pecado de la mentira. Pero independientemente de la perspectiva que nos proporcionan nuestras convicciones religiosas, incurrir en actitud semejante, es desde cualquier punto de vista ético, censurable moralmente. Si el criterio que aplicáramos fuera el jurídico, estaríamos hablando de un presunto fraude, toda vez que media el dolo o el engaño, para obtener un lucro indebido, de cualquier índole que pudiera ser éste.La persona que miente o defrauda, no puede ser jamás considerada digna de fe o de crédito. En consecuencia, no podrá acceder a los privilegios de confianza que concede un nombre sin mácula.
De suerte tal, si queremos ser complacientes, debemos discurrir que el ofrecimiento realizado por Angélica Araujo en materia de tarifa de transporte urbano para estudiantes, tercera edad y grupos vulnerables durante su campaña política en pos de la alcaldía, fue hecho a la ligera y hasta con cierta cuota de irresponsabilidad, toda vez que cuando formuló dicho compromiso, el traspaso de las facultades regulatorias del transporte del municipio, al gobierno del estado, era una realidad. Resulta por demás extraño, que ninguno de sus asesores dijera a la aspirante, que estaba prometiendo algo que en la práctica, no estaría en sus manos poder cumplir.
Si somos estrictos, podremos concluir que la obligación fue concebida de modo fraudulento, ante su más que evidente imposibilidad de ser llevada a su cabal cumplimiento. Podríamos suponer que hubo de inicio intención de sorprender la buena fe e ignorancia del electorado en materia regulatoria del transporte y aprovechar el desconocimiento público de los mecanismos para implementarlo. Obvio es que en semejante supuesto, el lucro que se obtendría ilícitamente sería hacerse de la titularidad de la administración pública municipal.
De tal suerte, la solicitud formulada recientemente por líderes estudiantiles, solicitando se establezca una tarifa de dos pesos con cincuenta centavos para sus agremiados, es completamente inútil e ineficaz, toda vez que se planteó a alguien incapacitada para tomar decisión alguna. Peor aún, podríamos concluir, resulta la respuesta otorgada, en cuanto a que este año no se cuenta con los recursos para materializar la aspiración del estudiantado y que se realizan gestiones tendientes a conseguirlo, pues prosigue el engaño, haciendo suponer a los solicitantes que posee facultades para actuar, cuando en realidad, todos sabemos que no es así, ya que hasta donde se tiene noticia, el ayuntamiento en funciones no ha requerido y de manera inexplicable, tampoco ha suscrito convenio alguno con la instancia estatal en esta materia para poder recuperar la capacidad de hacerlo, que deberá serle delegada de parte del estado.
Así pues, cualquiera puede colegir, que el argumento utilizado con los estudiantes, demuestra que lo único que pretende el ayuntamiento priista, es ganar tiempo, para intentar que el asunto se olvide o desalentar a los solicitantes con tácticas dilatorias, circunstancia que fehacientemente pone en relieve que a los priistas encabezados por Angélica Araujo, la suerte de las mayorías los tiene sin cuidado y evidencia, su intención de persistir en la práctica de faltar a la verdad para continuar satisfaciendo sus objetivos facciosos. En semejante orden de ideas, ya podemos suponer lo que cabe esperar con las demás promesas de campaña.
Parafraseando la frase utilizada como divisa electoral, podríamos los meridanos afirmar: Angélica, ya no te creo...
Dios, Patria y Libertad