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Después de ser gobernado durante décadas por políticos emanados del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Yucatán "gozó" de un gobierno de oposición administrado por un panista: Patricio Patrón Laviada.
Y el sentimiento de la ciudadanía no se dio porque Acción Nacional (PAN) haya sido el partido que arribó al poder -pudo haber sido cualquier otro-, sino porque la idea de la alternancia siempre ha sido benéfica para las sociedades contemporáneas.
Aunque la gestión de Patrón Laviada no fue desastrosa como otras (hay que ser realistas), tampoco dio lo suficiente para hacer de Yucatán un estado próspero, diferente, moderno... de avanzada.
Perdió la oportunidad histórica de generar bien común en abundancia para toda la gente. Pudo haber sido un estadista y se quedó como la mayoría: como un gobernador cualquiera. Bueno en calificación, pero hasta allí.
El regreso del PRI al poder nos otorga la razón. Es el mejor argumento. Un gobierno de "medianías" sólo obtiene derrotas estrepitosas por colocarse al filo de la navaja.
Y si a eso se le agrega todo el cúmulo de trampas y "cochupos" realizados por los opositores, particularmente de los priistas, pues los resultados arrojan resultados nada halagüeños.
Por eso también se perdió la alcaldía, después de permanecer casi 20 años en manos del blanquiazul, porque el trabajo arduo y convincente de los últimos alcaldes jamás se vio ni se dejó sentir. Prevaleció la marcha lenta que a nadie gusta en el terreno de la política.
Hoy Yucatán es dirigido (sin dirección) por un grupo de "funcionarios públicos" que no ven más allá de sus narices, que no solo no saben lo que son las altas miras de gobierno, sino que hacen todo lo contrario para frenar el desarrollo y el progreso de la comunidad.
Y para muestra un botón: el endeudamiento del estado ha comprometido a las próximas dos generaciones de yucatecos a pagar algo que no van a disfrutar. La razón es clara: ese dinero ha sido destinado a las campañas electorales federales.
Ese dinero - todo el mundo lo sabe- también fue destinado a rellenar los bolsillos de muchos "servidores públicos" que se sirvieron con la cuchara grande. Y si no, vean las residencias en las que ahora viven si no ellos, sí sus familiares más cercanos.
Por eso aseguramos que serán estas dos próximas generaciones las que sufrirán los embates del desempleo o de empleo mal remunerado. Yucatán seguirá teniendo una sociedad rezagada, pobre, bastante limitada gracias al egoísmo de sus gobernantes.
Los indígenas mayas seguirán encomendándose a todos sus dioses para no morir como nacieron: en la pobreza, con todas esas carencias que los obligan a refugiarse en sus comunidades, "medio cultivando" las pocas tierras que les quedan.
Es una triste realidad a la que los "burócratas" cierran los ojos. Simplemente hay que ver las comodidades en las que viven los funcionarios públicos (de hoy y ayer) para entender el porqué de su actitud indiferente ante las calamidades de esta sociedad abrumada.
Por eso Yucatán y todos sus ciudadanos necesitan un nuevo cambio, un segundo "respiro político" que les dé la oportunidad de seguir creyendo que la vida puede ser mejor para ellos y no sólo para quienes los gobiernan. A Yucatán le urge una nueva forma de gobierno, una reestructura total y radical.
Y este reacomodo únicamente se logrará si todos los sectores sociales (empresariales, religiosos, intelectuales, académicos, universitarios, intermedios) se deciden a decir ¡hasta aquí! a tantas mentiras, a tantos engaños y arbitrariedades de quienes los gobiernan.
El reacomodo se dará cuando los empresarios se decidan a dejar de "coquetear" con los gobernantes en turno por unas cuantas obras públicas o los escasos "beneficios" que reciben. Cuando entiendan que la vida es muchísimo más que un sexenio.
La poliarquía, a fin de cuentas, es el "gobierno de los muchos", "de los más", "de las mayorías" y no de unos cuantos, independientemente de las siglas partidistas que estén posicionados en el poder estatal o municipal.
El reacomodo de las fuerzas políticas en Yucatán debe comenzar a prepararse de una forma organizada, planificada, conducida por los mejores hombres y las mejores mujeres de esta sociedad que clama e implora un mejor nivel de bienestar.
Hoy es el tiempo de un nuevo estilo de gobernar y de ser gobernado, pero sólo se obtendrá ese propósito y ese sueño con la participación entusiasta y decidida de la gente. De todos.
Periodista y politólogo