1529 palabras
Elizabeth sonríe mientra agarrada de unas barras paralelas intenta llegar hasta su terapeuta que la espera. La pequeña vive y acepta su discapacidad motriz, pero lo más importante es que trabaja desde muy chiquita para caminar y valerse por sí misma ante el mundo que la espera cuando crezca.
La pequeña es una de 18 niños atendidos en el Cendi Itzimná, guardería integradora del Insituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que al abandonar la estancia a los cuatro años sabrá valerse por sí misma, tener una buena autoestima y también disciplina para integrarse a una jardín de niños; así lo dio a conocer el Licenciado en rehabilitación, Juan Antonio Mex Baas, coordinador del área de Discapacidad de la guardería integradora.
—Aquí reforzamos la autoestima del niño; le enseñamos que a lo mejor se le van a complicar algunas cosas más adelante, pero que va a tener esa fuerza de voluntad para superarlas. Nuestro trabajo no será únicamente mostrarles cómo subir escaleras, caminar, higiene o vestirse o desvestirse. No somos un centro de terapia, somos un centro de independencia para el niño, para que el niño sepa valerse por sí mismo. Ese es el fin de la guarderia.
El especialista manifestó que el Cendi Itzimná, guardería integradora del IMSS, es un proyecto nuevo que inició en 2006 en todo el país ante la necesidad de madres trabajadoras con niños con discapacidad que no tenían el acceso a una guardería regular porque estas tienen un acceso muy limitado para los niños con alguna discapacidad. De este proyecto, en varias guarderías integradoras en la república, se logra que Yucatán cuente con la número 17, que es la única en el estado.
Explicó que las ventajas de una guardería integradora, que incluye un área de discapacidad integrada por 19 especialistas, es que se cuenta con un equipo multidisciplinario que atiende a los niños, desde una evaluación previa para ver si es candidato a ingresar, hasta darle seguimiento a su caso. El niño, mientras está en la guardería, es valorado cada cuatro meses para ver si tiene un avance o un retroceso.
Insistió en que la guardería integradora no es un centro de terapia, ya que su objetivo no es darle terapia al niño y dejarlo ir, sino aterrizar todos los contenidos de esa terapia para que el niño los aplique a la vida diaria; por ejemplo, enseñarle a subir o a bajar escaleras, pero el fin último es que pueda caminar y que sea libre al momento de hacerlo. También, como parte de la terapia ocupacional, se le enseña al niño a ser independiente para que aprenda a comer, a cambiarse, que aprenda a ir al baño. Si tiene alguna discapacidad eso no implica que no pueda lograr eso.
Elizabeth, una de los 18 niños que aprenden a ser independientes en el Cendi Itzimná.
Advirtió que muchos padres de niños con discapacidad cometen el error de pensar que sólo deben preocuparse por el desarrollo y la integración del niño cuando este comience a ir al jardín de niños; pero ese momento ya es un poco tardío. Son tres o cuatro años perdidos, tiempo en que las neuronas del menor ya se diferenciaron y se puede recuperar muy poco de ellas.
—Si vamos a entrar a una escuela con un niño que no controla esfínteres, que nunca ha socializado en su vida, que no se alimenta o que no sabe agarrar ni siquiera un lápiz, porque no ha tenido el entrenamiento, las cosas van a ser muy difíciles, porque el niño tiene que empezar desde cero y siempre lo vamos a tener rezagado. La intención es que el pequeño entre al mismo nivel de sus compañeros para empezar a competir en el ambiente escolar como cualquier niño. Va a tener una discapacidad que lo limite, no que lo excluya. Tiene el mismo derecho y capacidad de sus compañeritos para estar en el grado escolar que corresponda a su edad o conocimiento. Eso es lo que tenemos que buscar. Es un proceso dinámico, de involucrar al pequeño en un ambiente de una manera participativa; el niño tiene que ser un miembro activo de ese grupo.
Agregó que precisamente esa es la ventaja de que el niño asista a una guardería integradora; al tenerlo desde los 43 días de nacido se le pueden enseñar cosas que son muy fáciles para otro bebé regular, pero para un niño que tiene algún problema en un brazo o de tono muscular disminuido, es difícil; por ejemplo, sostener un biberón. El personal puede hacer las adecuaciones pertinentes como un biberón, una cuchara, un plato o una silla especiales para que el niño pueda hacer esa actividad de la manera más natural posible.
—Además, estamos creando una cultura de niños que aprendan a aceptar su discapacidad desde chiquitos y que los demás, aquellos que no tienen ninguna limitación física, aprendan a integrar a sus compañeros y no ver esa integración tan complicada. Muchas veces los adultos nos asustamos de pensar cómo se va a integrar el niño, cuando realmente los menores de esa edad pocas veces perciben eso; ellos los aceptan y los integran. Esto es importante porque van a ser ciudadanos mañana, y tendrán la consciencia de la integración de las personas con discapacidad.
Juan Antonio Mex Baas, coordinador del área de Discapacidad del Cendi Itzimná, guardería integradora.
Aclaró que la integración del niño con discapacidad es que se adapte a la dinámica del entorno, no colocarlo en un lugar físico para que esté a merced del ambiente; la verdadera integración es enseñarle al niño que tiene obligaciones y derechos iguales a los demás, y que tiene responsabilidades; esa es una integración.
Comentó que dependiendo de la discapacidad del niño va a depender su habilidad para resolver situaciones, pero que debido a la disciplina que se les exige desde chiquitos con horarios y objetivos, aprenderá a ser competitivo, lo que le ayudará a superar adversidades en la vida. Se les apoya pedagógicamente; la guardería trabaja de manera asistencial y educativo con ellos. Tenemos un programa que nos envía el IMSS, supervisado por la SEP, de programas y contenidos que se tienen que trabajar con los peques.
En cuanto al tipo de discapacidades que se atienden en la guardería integradora, dijo incluyen niños con reflujo, síndrome de down, alteraciones del lenguaje, parálisis cerebral, labio leporino, y niños con alto riesgo neurológico —que necesiten una vigilancia para saber como va a evolucionar el problema. Lo único que se pide es que el niño no tenga alguna situación que ponga en riesgo su vida; mientras esté sano y pueda desarrollar actividades, es bienvenido. La capacidad de atención es para 50 niños, ahora hay 18.
Mencionó que para contar con el servicio de la guardería es necesario que la madre sea trabajadora asegurada por el IMSS. El servicio es totalmente gratuito.
Finalmente, destacó que un niño con discapacidad que no ha desarrollado su autoestima, es introvertido y miedoso porque no se le ha dado esa oportunidad; pero si el niño aprende desde chiquito que tiene algo que lo hace diferente a los demás en ciertas cosas —como por ejemplo, que no camina de manera armoniosa, pero camina— aprende a aceptar esa discapacidad; esto lo ayuda a integrarse en un grupo de niños de su misma edad. También hace que lo vea de la manera más natural. L.I.