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¿Por qué hay grupos armados atacando instalaciones patrimoniales mexicanas? ¿Tienen alguna defensa? ¿Por qué no estamos como un solo cuerpo apoyando a quienes tienen nuestro encargo de defender esas instalaciones? ¿Por qué tanta insistencia en sembrar dudas sobre este tema?
Vivir no es fácil. Vivir es existir en forma incierta, sabiéndolo. ¿Hemos transmitido a nuestros hijos y nietos este mensaje? ¿Estamos formando personas responsables por sí mismas? Todo parece indicar que estamos formando personas que creen ser acreedoras de algo que no están recibiendo.
Puedo escuchar lejanamente argumentaciones izquierdistas, sumadas a cinismo centrista, defendiendo criminales que atacan instalaciones patrimoniales mexicanas. ¿Contra quién se protesta? Solo se puede esperar protestar con firmeza contra quien comete crímenes, jamás contra quien intenta combatirlos. Y es importante entender que se intenta, porque es imposible asegurar que se puede.
Corrupción: azote mexicano de costo elevado, lacerante, destructivo: por desgracia parece estar inmerso en nuestra cultura. ¿Hemos progresado en entender que no podemos basar nuestra forma de vida en leyes que solo existen para encontrar maneras de burlarlas? Ese himno dice que “el cielo” le dio a México “un soldado en cada hijo”. Pues hoy estamos en guerra, y está claro quién es nuestro enemigo: todo aquel que decide vivir de robar.
Sin vacilaciones, sin titubeos, medios, escuelas, familias, todos con voz unida, imposible de acallar, debemos estar de acuerdo en combatir a quien es corrupto, a quien es ladrón y a quien miente en sus intenciones. Allá están: sabemos quiénes son. Están en varios niveles, algunos llegan incluso a puestos de poder.
Solo podremos ganar esta batalla final unidos con fuerza contra todo tipo de criminales, sin titubeos, sin politiquería, sin engaños, sin hipocresías.