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Un exótico fragmento de mineral, tan raro que hace poco se habría insinuado que era imposible que existiese, fue hallado hace tres años en una recóndita región al Este de Rusia, en las montañas Koryak.
Presumiblemente el cuasicristal llegó a la Tierra en un meteorito y los investigadores calculan que su formación data de hace 4,500 millones de años, por lo cual tal vez sea más antiguo que nuestro planeta, pues en esos tiempos incluso nuestro sistema solar se hallaba en formación.
Patrón de los cuasicristales.
Tras el hallazgo, las labores de análisis fueron complejas y no se publicaron hasta recientemente por un grupo de investigadores de la Universidad de Princeton, en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Lo que más ha llamado la atención de los científicos es que se trata de un quasicristal formado naturalmente, algo que hasta hace poco se creía imposible.
“El descubrimiento es una importante evidencia de que los quasicristales pueden formarse en la naturaleza, bajo ciertas condiciones astrofísicas, y provee evidencia de que esta fase de la materia puede mantenerse estable a lo largo de miles de millones de años”, afirmó Paul Steinhardt, de la Cátedra Albert Einstein, en Princeton, y uno de los líderes de la investigación.
La estructura interna de los quasicritsales ha fascinado a los científicos, ya que si bien son minerales sólidos, que externamente semejan cualquier otro mineral, están formados a partir de un intrigante orden atómico que involucra, a diferencia de los cristales ordinarios, patrones formados por dos o más cúmulos de átomos. Esto provoca que manifiesten formas tan extravagantes como un icosahedro de veinte lados. El primer quasicristal que se produjo sintéticamente fue obra del científico israelí Dan Schetman, labor que le valió el Premio Nobel en 2011.
Los investigadores seguirán aprovechando este preciado mineral para extraer más conclusiones, ya que al parecer se trata de una especie de caja de sorpresas informática de la cual podrían emerger valiosas respuestas.