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TEHERÁN, Irán, 4 de marzo.- Es habitual que Mahmoud Ahmadineyad tome por sorpresa a sus enemigos, pero la votación parlamentaria de ayer podría convertirlo en un 'pato cojo' por el resto de su mandato, un castigo por haberse atrevido a desafiar al líder supremo de la República Islámica de Irán, Alí Jamenei.
Vilipendiado en Occidente por sus despotriques contra Estados Unidos e Israel, su desafiante programa nuclear y su negación del Holocausto, este hombre -hijo de un herrero- siempre ha confiado en el atractivo que tiene su carisma entre los pobres y devotos, así como en sus lazos con la Guardia Revolucionaria de elite y la milicia religiosa Basij.
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Muchos iraníes subestimaban al casi desconocido Ahmadineyad antes de alcanzar la presidencia en 2005, cuando derrotó a un peso pesado de la política, Hashemi Rafsanjani, e incluso más tarde, mientras seguía acumulando poder. Su reelección de 2009 -una votación que la oposición consideró fraguada- desató una tormenta de ocho meses de protestas, un anticipo fallido de la "primavera árabe".
Los resultados oficiales de las elecciones parlamentarias llevadas a cabo en Irán aún no han sido publicados, pero la información preliminar que ya circula indica que el campo fiel al presidente Mahmud Ahmadineyad (en la foto) ha perdido fuerza. Ahmadineyad, considerado por el líder supremo el ayatolá Ali Jamenei como demasiado independiente, se vislumbra como el gran perdedor.
Ahmadineyad se impuso gracias al inquebrantable apoyo de Jamenei, quien abandonó su rol de árbitro intocable para pelear por el presidente, en una lucha que dejó al descubierto las crecientes fisuras que existen en el seno de la elite política y religiosa.
Pero Ahmadineyad parecía más ávido de poder, y el año pasado se atrevió a desafiar la autoridad del propio Jamenei: primero, despidió al ministro de Inteligencia, y, luego, tuvo que mascullar su bronca durante diez días en su casa, cuando Jamenei repuso al ministro depuesto. El poder último, en definitiva, lo sigue teniendo Jamenei.
"Irán se ha convertido en un sistema unipartidario: el partido de Jamenei", dijo Karim Sadjapour, analista de Irán del Fondo Carnegie. "El requisito principal para los aspirantes al Parlamento es ser obsecuentes con el supremo líder." Ahmadineyad podría pagar el precio de no cumplir con ese requisito en los resultados de las elecciones de ayer, lo que limaría su poder en el Parlamento.
El gran problema del Presidente es que entre los dos principales bloques que se disputaban el voto, el apoyo a Jamenei es firme. Tanto el Frente Unido de Conservadores como el Frente por la Estabilidad de la Revolución Islámica –de posturas mesiánicas– ven en Jamenei a la máxima autoridad. En la imagen, un ciudadano iraní vota en Qom.
"A Jamenei le gusta dividir para gobernar", dijo Sadjapour. "Por eso tal vez le convenga debilitar a la facción de Ahmadineyad, pero para mantenerla con respirador artificial".
El círculo más cercano a Ahmadineyad, y especialmente el jefe de gabinete, Rahim Mashaie, contrariaron a Jamenei y otros religiosos chiitas al promover "una corriente desviada" del islam. Los seguidores del ayatollah acusan al bando de Ahmadineyad de fomentar una escuela "iraní" del islam, la que consideran una mezcla indecorosa de religión y nacionalismo.
Ahmadineyad, un hombre pequeño y de aspecto informal, hace uso de sus orígenes humildes para tener llegada a los votantes rurales y a quienes se acaban de instalar en la ciudad, tal como lo hizo su familia después de su nacimiento, en la aldea rural de Aradan, al sudeste de Teherán.
El presidente, de 56 años de edad, tal vez tiene la esperanza de asegurar el triunfo de uno de sus protegidos en las elecciones de 2013, pero ese escenario requiere que logre revertir su actual infortunio político. "Al parecer, el supremo líder intenta despegarse de Ahmadinejad en vista de las elecciones presidenciales del año próximo, cuando probablemente sea elegido un candidato más del gusto de los conservadores más radicalizados", dijo el analista independiente Mohammed Shakeel.
Ahmadineyad, ingeniero y ex oficial de la Guardia Revolucionaria, ya logró destruir todas las predicciones poco afortunadas en muchas oportunidades. Políticamente desconocido antes de convertirse en alcalde de Teherán, en 2003, derrotó a Rafsanjani, poderoso ex presidente, en los comicios presidenciales de 2005. Después de la tumultuosa reelección de 2009, Jamenei elogió a Ahmadineyad como un "trabajador incansable, valiente y sabio", aunque le recomendó también escuchar las críticas de sus adversarios.
En octubre de 2011, Jamenei ya estaba tan enojado con Ahmadineyad, que deslizó una propuesta de modificación de la Constitución para suprimir la elección directa del presidente, una idea que Ahmadineyad se apresuró a descartar por "puramente teórica".