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1. Anticlericalismo. No tiene desperdicio un escrito aparecido esta semana en la prensa, autoría del obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Felipe Arizmendi Esquivel. Parte del hecho de que en el conflicto entre el cardenal Juan Sandoval Íñiguez y los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (y Marcelo Ebrard de pilón) “se puede estar en disconformidad con las aseveraciones” del cardenal y “se puede pensar que no tienen sustento”. Así lo manifiesta Arizmendi en lo que puede interpretarse como una moderada crítica o deslinde frente a Sandoval. Deslinde o crítica que es inusual entre pares de la jerarquía eclesiástica. Pero evidentemente, la intención primaria de Don Felipe no es descalificar al cardenal Sandoval, sino hacer notar lo que él llama "un agresivo y renovado anticlericalismo" en la reacción frente a lo expresado por el Cardenal contra el fallo de la Corte —que equipara las uniones de personas de un mismo sexo frente al matrimonio y les da el derecho de adoptar niños.
2. Desmarque. Acepta el obispo Arizmendi que los obispos “somos limitados, pecadores e indignos de la misión que se nos ha encomendado” pero añade que Jesús “no descalificó a los apóstoles que había escogido, a pesar de sus fallas tan notables y dolorosas”. Lo que no se vale, según el obispo de San Cristóbal, es condenar en bloque a todos los obispos o “a toda la Iglesia”. Enfatiza que hay también religiosas, sacerdotes y “obispos que desgastan su existencia en el bien de la gente en las sierras, entre los lodazales y también en las ciudades, aunque nunca aparezcan en los medios de información y pasen inadvertidos”. Como que don Felipe delineó un perfil y al mismo tiempo se deslinda de otros obispos que nomás buscan los reflectores y que no se remojan ni se salpican en los problemas del pueblo de carne y hueso. De los anticlericales “renovados” e implacables detractores de la Iglesia, Arizmendi los contraataca y dice: "las descalificaciones sumarias a la Iglesia muchas veces son sólo un mecanismo para defenderse y quitar fuerza a nuestra denuncia por sus infidelidades matrimoniales y por sus otras desviaciones; atacándonos intentan autoprotegerse”.
3. ¿Dónde quedó “La Bolita”? El “periodista” Rafael Arenas Rosas, cuasi vocero del diario Por Esto! cuestionó en su columna “Fauna Política” por qué las autoridades federales se hacen de la vista gorda de las loterías ilegales en el país y, en particular, pide a dichas autoridades que se hagan cargo de regular loterías ilegales, como “La Bolita” yucateca. Es notorio que el Por Esto! asuma esa extraña posición crítica, cuando hace apenas unos días dimos cuenta de que un prominente representante de “La bolita”, Sr. Don Juan Carlos Xacur, obsequió, hace meses, un flamante terreno frente a la playa a Mario Menéndez Cámara, alto directivo del diario dedicado habitualmente a la extorsión de empresarios y políticos yucatecos que, a cambio de no ser “tocados” por el Por Esto! pagan “protección” al periódico de “La Dignidad”. Como Mario Renato y “Marito” son insaciables, a lo mejor el terreno de Chicxulub no fue más que botana, y ahora van por el plato fuerte. ¿Hasta cuándo aprenderán los empresarios yucatecos —en negocios lícitos y más en los irregulares— que cebar al Por Esto! y ceder a su chantaje es como hacer tratos con la mafia? El precio a cambio del silencio —o a cambio de no ser calumniado— va subiendo y la espiral escalatoria de la extorsión nunca se acaba, cuando de hacer “negocios” con Mario Renato y sus cachorros se trata.
4. De plácemes. Muy contento ha de estar el altruista empresario Luis Alberto Rivas Polanco uno de los directivos de las radiodifusoras de Grupo Rivas. Luis Alberto es tristemente célebre por haber reclamado a la anterior administración municipal de Mérida haber ocupado —para instalar la polémica estatua de los fundadores de esta capital— la glorieta del remate del Paseo de Montejo para poner el montejuno bronce de “Los Panchos”. Recordamos que Rivas Polanco, indignado, hizo un reclamo a funcionarios municipales de la era preangelical porque esa era “su” glorieta, donde cada carnaval instalaba “su” templete para obsequiar “su” música a los adoradores de Momo. Muy feliz estará el rechoncho empresario por la obsequiosa iniciativa de los cronistas meridanos Gonzalo Navarrete Muñoz y Jorge Álvarez Rendón de “reubicar” la estatua de “Los Montejo” en atención al gentil y civilizado llamado de ciertos autoproclamados defensores de los derechos indígenas —la mayoría de los indignados son blancos en su color de piel y con apellidos muy castizos— para derribar, el 12 de octubre, el monumento. ¡Salud! Don Luis Alberto. Ese día festejará la recuperación de lo “suyo”.
5. ¿Cronistas anacrónicos? Lo que sale a relucir con claridad en todo este lío es que no están claros ni los deberes ni los derechos de los cronistas, y que no hay coordinación alguna entre ellos. Las posiciones de Álvarez Rendón y de Navarrete Muñoz resultan ahora antagónicas —aunque hay quien dice que hace meses Gonzalo Navarrete apoyaba la erección de la estatua a los Montejo y ahora la define como “inoportuna”— y un cuarto cronista, el presbítero Camargo, brilla por su ausencia. Ausencia que, a decir de otros cronistas, es crónica, ya que en los últimos 10 años “no se le conoce crónica alguna”. Pareciera que la actual oposición de Navarrete y Álvarez a la estatua deriva de otras razones diferentes a su mera opinión profesional. Como que tiene qué ver con una revancha que pretenden cobrarse a posteriori contra la administración que encabezó César Bojórquez Zapata.
6. Papa caliente. Porque lo que sí llama la atención es que no estén claramente definidos los derechos y obligaciones del cronista, que hasta hoy es un cargo honorario, porque no devengan sueldo. Pero si tuviesen un salario ¿habría que definir su horario? ¿Quién calificaría su productividad? ¿Debe haber quien los presida como cuerpo colegiado, para evitar el desfiguro de la nula coordinación que ahora se exhibe? Sus opiniones —como las de ahora a favor o en contra de la estatua— ¿tienen mayor peso para la toma de decisiones del Ayuntamiento que las de algún ciudadano común? Ahí se las dejo. Sería interesante conocer la opinión de la alcaldesa Angélica Araujo al respecto y, por supuesto, conocer la opinión de los propios cronistas.
7. Encuesta. Para finalizar, hacemos una propuesta desde El Campanario a encuestadoras como “Numeralia” o al señor Félix López, profesionales en sondeos de opinión. ¿Cuál sería el resultado de una encuesta profesional y bien diseñada para medir la opinión de la mayoría de los meridanos en torno a la estatua de los fundadores de Mérida? A muchos nos interesaría saber qué piensan los habitantes de la Ciudad Blanca al respecto. ¿Masinó?